martes, 14 de abril de 2009

Muñequitas de Calendario / Sonrisas seductoras


Redacción
Museo Soumaya / Fundación Carlos Slim

En el siglo XX, época obsesionada con el progreso tecnológico y material, los calendarios se convirtieron en recurso de publicidad moderna para promover marcas y productos: junto a la cuenta de los meses y días resplandeció el adorno de los cromos, estampas impresas con técnicas derivadas de la cromolitografía que, a lo largo de un año, colgaban de las paredes de casas y oficinas. Gran inluencia representó el estilo de grandes ilustraciones como Normar Rockwell, Alberto Varga, Gil Elvgren y otros más, quienes se incorporaron al catálogo de la imprenta Galas de México y a las de otras compañías litográficas.

Excepción hecha de algunas autoras como Aurora Gil o Manuela Ballester, las mujeres no tuvieron una participación destacada en la manufactura de los calendarios mexicanos del siglo XX. En cambio, como tema, personaje, fantasía y señuelo de los cromos, nunca tuvieron un momento de reposo. Pintadas y fotografiadas de frente y de perfil, revisadas en todas sus facciones y volúmenes, sublimadas hasta el punto de la belleza imposible, estas mujeres de papel y con duración anual eran las modosas, sumisas, seductoras y maliciosas representantes del eterno femenino. Ya colgadas de los muros, sus encantos tuvieron como principal objetivo satisfacer los anhelos masculinos y promover las marcas de sus patrocinadores.

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